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viernes, 23 de octubre de 2009

Vida tecNOlógica

La tecnología es un poder más dentro de nuestra sociedad, pero nadie lo rige ni lo controla ni tiene aparentes líderes contra los cuales pudiera combatirse dado el caso.

Lo anterior puede explicarse con que no existe una asociación de nuevas tecnologías; existen universidades y centros de investigación y desarrollo de nuevas tecnologías. No existe un sindicato -afortunadamente- que haga exigencias para la tecnología como días de descanso. Tal y como suena es tal y como es, nadie representa a la tecnología que hay dentro de nuestras casas, nuestras vidas, incluso nuestra propia persona. Sin embargo se toma los días de descanso que le da la gana, cuando la computadora toma personalidad propia y no obedece fielmente a nuestras órdenes. Cuando el teléfono celular falla y no entra la llamada de alguien que nos busca.

Que bueno que la tecnología no es infalible, de serlo no tendríamos remedio alguno para hacer uso de otras capacidades y otros inventos del hombre. Bueno a ver, si mi computadora falla, ¿Qué otra cosa puedo hacer, usar un papel y hoja? No siempre, ni siquiera la máquina de escribir ni el celular que es una computadora portátil puede ser siempre un rescate; lo único que me queda es esperar a que mi compuadora se decida a que podemos continuar con el trabajo.

Estoy segura de que a muchas personas de mi generación y conexas les ha tocado escuchar a alguna persona mayor decir que los tiempos han cambiado. Es tanto lo que escuchamos esa expresión y tanto de lo que hacemos actualmente una variante de lo que se hacía antes -por las nuevas tecnologías- que no causa mayor impacto en oídos jóvenes. Reflexionando un poco encuentro detalles escalofriantes.

Para empezar con la frase, los tiempos han cambiado, me topo con la realidad de que efectivamente, tecnología aparte, los tiempos no pueden ya ser los mismos. Por la razón sencilla de que el 2009 es 100 años diferente a 1909; o la menos sencilla de que el tiempo ahora es más corto, tenemos más prisa.

La tecnología que hay en nuestro reloj no es la que nos presiona a pisar el acelerador, o a salir de la cama cuando estamos tan agusto; es la psicología interna del tiempo que hemos decidido que debemos llevar. Aunque no nos haya tocado estar en una convención para decidir los tiempos en que viviríamos lo cierto es que hemos decidido ser puntuales o inpuntuales.

Esto es lo escalofriante, constantemente la vida nos presenta decisiones pero actualmente esas decisiones son sobre decidir a quién daremos poder para representarnos y decidir por nosotros. Lo hacemos para elegir gobernantes de nuestra ciudad, nuestro estado y nuestro país. Al elegir una escuela decidimos quiénes serán los profesores que nos tendrán haciendo lo que ellos decidan, claro para llegar a nuestros objetivos, pero, ¿dónde queda nuestra verdadera elección? Si la computadora falla o si se cae el sistema, si gobierna alguien que no necesariamente era el que se quería. Si el despertador junto a nosotros se compadece de nuestro sueño y no nos despierta enloquecemos y perdemos tiempo, que ahora vale más que el dinero, bueno no más, ahora resulta que el tiempo es dinero.

Al darle ese valor y trivializar de esa manera el tiempo, nuestro espacio y nuestras decisiones, perdemos el verdadero significado del tiempo para apropiarnos de conceptos vacíos que nos llenan la vida de un montón de nadas que juntas, siguen siendo nada.

2 comentarios:

  1. Hola Rebe, primero que nada gracias por volver a escribir, esperaba mucho esta columna desde anoche. Déjame felicitarte por la creatividad del título, en verdad me encantó. Me gusta cómo vas llevando la reflexión, pues sí bastante cierto, los tiempos cambian y es irremediable el que tengamos que adaptarnos a ello. Si la compu falla te tienes que mover rápido a conseguir otra compu, pedir ayuda a un amigo, desvelarte, etc. Las cosas fallan y no perdonan, pero en fin, me gusta tu post, éxito ;)

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  2. En efecto, muy buena reflexión. También me gusta que es un texto muy cuidado, sin tantos errores.

    Ustede tiene razón las nadas son la misma nada. Ni qué decir ni para dónde hacernos las cosas son como son. Ni hablar.

    El tema que elegió no tiene una inmediatez tremenda. Así que no se trata de una columna, sino de un artículo de fondo, o algo parecido.
    En fin, que ya seguiremos aprendiendo.

    Me alegra verla tan plena, tan organizada y logrando las metas.

    Bien, siga así.

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