Datos personales

jueves, 7 de mayo de 2009

Los muertos de la influenza

    Desde un tiempo ya pareciera que la influenza es fuente única de muerte, pero en realidad no lo es, lamentablemente no lo es.

Que tristeza me da, quisiera tanto que así fuera, que a todos aquellos afortunados que no les ha llegado dicho virus estuvieran librados de cerrar sus ojos para siempre.

Lo más horrible no es partir, ni siquiera ver partir, sino esa nada que queda, ese vacío que antes llenaba una sonrisa, una palabra, una persona.

Cuando las personas son además padres lo que queda es mucho; mucho dolor, mucha incomprensión, mucha tristeza, muchos años de extrañar y añorar la vida que una vez fue diferente.

Afortunadamente -si pudiera decirse- no soy yo la que ha perdido, al menos no directamente, no esta vez, porque a mi ya me tocó perder y el dolor es menos pero las lágrimas siguen lloviendo al recuerdo.

Es mi muy cercana amiga, la segunda ya de mis amigas, que me llega hoy con tan triste noticia, no se necesitaba de algún vidente para saber que era de esperarse pero nada prepara cuando llega el momento.

Lo que yo viví hoy fue conocer el dolor de una amiga, pude sentir como se hace pequeño ese espacio ocupado ahora solo por el recuerdo; la lucha contra el viento está ya perdida, pues inevitablemente se lleva el recuerdo nítido de un olor, un gesto y deja solo ese recuerdo que quisiéramos vívido.

A mi también me duele, recuerdo a mi padre  y me imagino cómo sería si yo lo hubiera conocido realmente antes de que dejara este mundo terrenal, aunque doy gracias a Dios que me dio un padre amoroso, no se va la duda en momentos como éste, tan contradictorios sentimientos me invaden, pero así es, son reales y los tengo a flor de piel, mientras valoro más que nunca, añoro un -if- que no conoceré jamás.

Al tiempo en que quisiera calmarle el dolor a mi amiga, lo comparto, me lo transmite de manera tal que es como si sus lágrimas se evaporaran y se posaran en mi para salir de nuevo, para ser doblemente escuchadas y hacer eco en el recuerdo de su padre.

No se si existe el dato estadístico como tal de cuantas personas pierden a su padre al año, antes me creía sola en tal desventura, mientras más compañeros encuentro, más duele y quizá no por compañerismo ni por amistad si quiera, puede que sea egoísmo puro porque cuando alguien se te va lo que quisieras es que estuviera aquí contigo para seguir viviendo a tu lado, para tener ese alguien con el que compartir ese bonche de nadas que lo eran todo.

Quiero terminar con una frase que sentí desde lo más profundo cuando me fue arrebatado mi primer ser querido: They say life´s a bitch, what does that make death?