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domingo, 11 de septiembre de 2022

Alumbramiento

 Ya estás aquí mi princesa.

Traerte al mundo no fue nada fácil. Nadie te regaló conmigo y me he ganado el nombre de tu madre, con trabajo duro y lágrimas profundas.

Traer vida al mundo es la cosa más hermosa, el milagro de la vida que desde tiempos remotos sólo es de la misma forma. Claro que hay avances increíbles y mi vida misma es prueba de que gracias a esos avances hay vida que de otra forma, en otro tiempo, no habría sido posible.

Me alegran esos avances, me alegran las opciones que da lugar a la vida en pleno 2022 pero la verdad es que me duele mucho emocionalmente la falta de magia al respecto.

Parto o cesárea, no es una operación cualquiera, no es un apéndice o una fractura. Es traer vida nueva al mundo! Es acompañar a una mujer a convertirse en madre. Por primera, segunda o quinta vez. Es el primer momento en que es madre de ese bebito nuevo.

Claro que en mi mente esperaba ángeles cantando, confeti a mi alrededor y una energía única y especial. Estoy segura de que así fue, pero no se me permitió vivirlo así. La experiencia humana, es taaaan humana. 

No soy doctora y muchas veces me arrepiento de no serlo, pero la verdad es que doctora, recepcionista, barrendera o fotógrafa. Presenciar un alumbramiento debiera ser considerado sagrado. Un milagro, aunque se viva todos los días y más de una vez. 

O acaso un milagro deja de serlo según su frecuencia?

No es que deje de serlo, es que dejamos de vivirlo como tal. Empieza a ser cotidiano y por alguna razón, no hay lugar para los milagros en lo cotidiano.

En fin, el momento más esperado de mi vida, el más temido, el más añorado y el que me coronó como la persona que he querido ser siempre, fue todo menos lo que imaginaba/esperaba. Fue hermoso, sí. Muy, fue el día en que conocí a mi pedacito de mi, a mi primor primorosa, mi amor chiquito y mi amor grandote. Fue el día en que se llenó de imágenes y sonidos un blanco que tenía en mi mente. Y (a la distancia) llena de amor mi corazón.

El que sabía que no era sólo un miércoles fue Papá Toño. Él sí que lo disfrutó, él sí que gozó cada segundo y que bueno.

Tengo que decir que mi cuerpo es la cosa más preciada que me dio Dios al nacer. Gracias cuerpo hermoso, perfecto y noble. Gracias por sanar tan bien y tan rápido, gracias por ser fuerte y gracias por estar mejor que nunca.

Gracias por ser hogar de mi bebé por 39 semanas maravillosas de mucha alegría y mucha salud. Gracias por hacer una hermosa personita perfecta en todos los sentidos.

Gracias vida por la experiencia, gracias Dios por esta creación que te quedó tan perfecta. 

Amaré cada vida a mi alrededor como el milagro que es, de bebé y en todas las etapas. Quiero recordar por siempre que llegar a este mundo es un verdadero milagro. Es el equilibrio perfecto de Dios. Lo más bello, lo más preciado y el dolor más fuerte y más grande jamás imaginable.

Llegó al mundo, con la luz y el amor de Dios.


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